Iniciamos el curso escolar recortados, pensando cómo vamos a enfrentarnos a las dificultades de este año. En mi instituto (como en los demás centros educativos públicos de nuestro país) hemos quedado una plantilla reducida de profesores que tendremos más horas lectivas y más alumnos por aula (treinta o cuarenta) y mientras vemos cómo compañeros de profesión se quedan en el paro. Pero, ¿Saben? el Ministro de Educación asegura que los recortes no van a afectar a la calidad de la enseñanza, una afirmación totalmente falsa. Y es que es de sentido común y todos nos damos cuenta de que no se puede atender igual a veinte alumnos que a treinta. Menos profesores, más alumnos, más dificultades para los docentes, todo un caldo de cultivo para la ignorancia, la desilusión y el caos en las clases. Os dejo un fragmento del editorial publicado hoy en el periódico El País en el que se explica de manera muy clara la situación educativa en la que nos encontramos:
CURSO CONFLICTIVO
Más alumnos, menos profesores. Aulas más llenas, claustros disminuidos. Libros de texto y matrículas universitarias que se encarecen, menos ayudas escolares y menos becas. Este es el escenario que la comunidad educativa afronta al comenzar un nuevo curso marcado por los recortes y que se vislumbra conflictivo, pues las restricciones afectan a todos los niveles de la enseñanza. Resulta comprensible el malestar de la comunidad educativa: aunque la mayoría de docentes y familias comprende que la coyuntura exige sacrificios, algunas de las medidas adoptadas tienen un marcado carácter antisocial y afectan a algo que valoran por encima de todo, la calidad de la educación.
Por mucho que pretendan maquillarse, los datos no admiten lecturas benévolas. Por eso puede ser irritante la insistencia de algunos responsables políticos en afirmar que la calidad de la enseñanza no se verá afectada por los recortes. Más horas lectivas para los profesores, más alumnos por clase y menos recursos para atender a los niños con necesidades educativas especiales no pueden sino afectar a esa calidad. La reforma aprobada por el Gobierno abrió la puerta a que las autonomías aumenten la ratio de alumnos por aula, hasta 30 en primaria y 36 en secundaria, y eso es lo que está haciendo la mayoría, con alguna excepción, como la de Andalucía. Decenas de miles de profesores, interinos en su mayoría, se han visto mientras tanto abocados al paro. Y las familias han de soportar una reducción de las ayudas y un incremento en el precio del material escolar por la subida del IVA, que ha pasado del 4% al 21%.
No es mejor la situación en la universidad. La reducción de presupuestos ha mermado las plantillas, especialmente entre los profesores asociados, mientras los alumnos, que hasta ahora sufragaban con sus matrículas el 15% del coste de la enseñanza, aumentarán su contribución hasta el 25%. La tasa de algunos másteres ha subido hasta el 200%. Siempre se había dicho que cualquier aumento de tasas debía ir acompañado, para mantener la equidad, de un aumento de las becas. Pues bien, han aumentado las tasas, pero no las becas. Al contrario, ahora es más difícil conseguirlas, con lo que la universidad resulta ahora menos accesible para los hijos de las familias con menos recursos (...)
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