(Si te gusta la publicación puedes
compartirla. Que la solidaridad se contagie).
La crisis del coronavirus nos está
mostrando las dos caras de la condición humana. Por una parte, las actitudes
egoístas e insolidarias de los que sólo piensan en sí mismos como aquellos que van al supermercado en masa como si se fueran a quedar sin comida
y compran compulsivamente, sin orden ni concierto; aquellos que dicen que no
pasa nada porque el virus ataca a personas viejas o con problemas de salud;
aquellos que se marchan a otra provincia poniendo en más riesgo a la gente de
otras zonas; aquellos que van a los bares, a los parques y se reúnen como si no
pasara nada; aquéllos que difunden mensajes catastrofistas propiciando un clima
de miedo, pesimismo y desesperación.
Pero, por otra parte, están las
personas que se ponen en el lugar de los demás, están los que se solidarizan
con los más vulnerables y los están luchando por combatir este virus. Porque
hay un virus tan letal como el propio coronavirus: el virus del egoísmo, la
insolidaridad, la irresponsabilidad, el pesimismo y el barbarismo. No somos el
centro del universo y de esta crisis solo saldremos con la unión de todos; no
centrándonos en nuestro ombligo sino pensando en los demás porque mi acción
puede repercutir en el beneficio o en el perjuicio de otro y porque yo me pongo
en tu lugar.
Frente aquellos, están estos: los
profesionales de la sanidad pública que están trabajando sin tregua para
conseguir salvar vidas y contener esta crisis, los empleados de los
supermercados que están para abastecer a la gente de comida, los camioneros y
proveedores de alimentos, las pequeñas empresas que están cerrando
voluntariamente para evitar la propagación contagio, los voluntarios que están
donando sangre, las personas que se suman al lema “yomequedoencasa”
permaneciendo en sus hogares de forma responsable, los que están comprando de
forma razonable, los que están haciendo la compra a personas mayores para
evitarles riesgos, los que están difundiendo mensajes de aliento y de apoyo a
las personas que más se están implicando en esta crisis…
Y viendo en Facebook la cadena de
mensajes solidarios con la labor desempeñada por la sanidad pública, los
empleados de supermercados, los que se están sumando a la difusión del lema
“quédate en casa”, la gente que ha salido a los balcones a aplaudir a los
profesionales de la sanidad pública… al ver todo esta humanidad frente a la
barbarie, me he emocionado profundamente porque si aprendemos la lección de que
la vida es algo más que mi yo, si miramos a los más vulnerables como personas
que debemos proteger y cuidar, si nos concienciamos de que nuestras acciones
son importantes para los demás… estaremos haciendo un corazón de solidaridad.
Entonces nuestros esfuerzos tendrán sentido porque de este reto saldremos
unidos.
Y todo lo que está sucediendo ya lo
predijo de cierta forma, José Saramago en su obra Ensayo sobre la ceguera, un
libro en el que se propaga una ceguera que afecta a toda la población. Y en
esta situación límite, se muestra las dos caras de la condición humana: los que
actúan con barbarismo y egoísmo y los que muestran su altura moral, su dignidad
y su valentía. Seamos como estos, no como aquellos y que aquellos aprendan de
estos. Nosotros, los españoles, somos un país solidario. No nos dejemos vencer
por el miedo ni pensemos que todo se va a resolver pensando en nosotros mismos.
Sigamos las recomendaciones sanitarias, hagamos lo que nos piden hacer, que
cada uno colabore en la medida de sus posibilidades. Y al final diremos todos
juntos: “lo conseguimos” y no: “lo conseguí”.
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