LAURA GALLEGO GARCÍA |
Y la verdad es que se equivocan.
Por una razón muy sencilla: yo no concibo mi vida sin los libros. No
sabría cómo explicar a alguien por qué es bueno leer. Es como si me pidieran
que explicara por qué es bueno respirar. Como llevo casi toda mi vida leyendo,
no podría imaginar un mundo sin libros, y por tanto no soy capaz de comprender
que a alguien no le guste leer. No sabría qué decirle. Para mí la lectura ha
supuesto la puerta a cientos de mundos fantásticos, a miles de historias
maravillosas y de personajes inolvidables, y tengo la sensación de que, sin
libros, mi vida se volvería claustrofóbicamente pequeña. Y no porque lo sea
realmente, sino porque, gracias a la lectura, estoy acostumbrada a que sea
muchísimo más grande. Podemos viajar, ciertamente, y conocer otros lugares,
otras gentes. Pero a través de la lectura es posible viajar mucho más, y de una
manera totalmente diferente, más apasionante, más rica. Y viajar no sólo en el
espacio, sino también en el tiempo: al pasado y al futuro. Y no únicamente en
nuestra propia realidad, sino en muchas más: a otros mundos, utopías o
distopías. Una vez que se posee la llave de las palabras, una vez que se
aprende a leer, ya no hay límites ni fronteras. ¿Por qué permanecer encerrado
en una habitación cuando puedes explorar un palacio con un número infinito de
estancias?
Tener corazón. Así que, cuando
alguien me pregunta por qué hay gente que no lee, no sé qué responder. Porque,
honestamente, no puedo entenderlo. Y, cuando me preguntan qué podría decir
acerca de las bondades y excelencias de la lectura, tampoco sé qué decir. Yo no
sería la misma sin libros. Mi mente, mi imaginación y mi personalidad no se
habrían desarrollado igual. Es como si me preguntaran por qué creo que es bueno
tener un corazón que palpite.
Por
todo esto sospecho que no soy la persona adecuada para hablar de la lectura.
Porque me apasiona, porque la vivo, porque es parte de mí. Y porque me duele
tener que contar qué tienen de bueno los libros. Como si no fuera evidente.
Como si la lectura tuviera que defenderse. Como si hubiera que explicar qué
tiene de especial.
Tras el tesoro. La experiencia de la
lectura no se puede describir, hay que vivirla. Quien dice que no disfruta
leyendo es porque nunca ha experimentado la magia de las palabras. Y para
experimentarla hay que leer, no existe otra forma.
Quizá
empezar a leer se parezca un poco a partir en busca de un tesoro. El tesoro en
sí es ese libro especial que nos engancha por primera vez, que nos hace olvidar
todo lo que nos rodea y sumergirnos entre sus páginas durante horas y horas.
Ese libro que te hace experimentar por vez primera esa sensación de añoranza
cuando lo cierras tras haber superado la última página. Ese que te hace
emocionarte como nunca antes lo habías hecho.
¿Existe
semejante libro? Claro que sí. Pero no es uno, son muchos, probablemente miles,
posiblemente cientos de miles. El hecho de que encontrarlos sea como ir a la
búsqueda de un tesoro se debe a que ese libro especial no es el mismo para cada
persona. Leer es un acto tan personal que cada uno entra en este mundo por una
puerta distinta. Para mí, por ejemplo, ese libro especial fue La historia interminable. Para otros
puede haber sido El guardián entre el
centeno, 20.000 leguas de viaje
submarino, El señor de los anillos o Sinuhé el egipcio. Para muchos niños y
jóvenes -a pesar de que algunos adultos no quieran reconocerlo- el libro mágico
ha sido Harry Potter. El primero de
muchos. El primer viaje al reino de las letras.
Pero
es difícil predecir qué libro enamorará a una persona determinada. Y por eso,
cualquier futuro lector tiene que emprender su busca él mismo.
No
es tan complicado: sólo requiere un pequeño esfuerzo inicial. Hay que salir a
la calle y entrar en la biblioteca o librería más cercana. Perderse por sus
pasillos, deambular por entre sus estantes, echar un vistazo a los libros que más
nos llamen la atención, por la cubierta, por el título, por lo que sea. Leer la
contraportada para obtener un primer esbozo de la historia que nos aguarda en
su interior... y dejarse llevar por la intuición. Elegir ese libro que
despierta nuestro interés, tras el cual intuimos una historia que desearíamos
conocer con un poco más de detalle.
Sin mapa para el camino.
Hay altas probabilidades de que ese libro escogido sea el libro especial que
estamos buscando. Y si no lo es, no hay que desanimarse. Si no se consigue a la
primera, será a la segunda o a la tercera, pero no es tan difícil. Hay millones
de libros en el mundo. La magia consiste en que, a pesar de eso, es
sorprendentemente sencillo encontrar nuestro libro especial.
Y
lo realmente bueno de atreverse a buscarlo es que, pese a no contar con un mapa
que nos señale el camino a seguir, casi con total seguridad hallaremos un gran
tesoro al final. Laura Gallego García.
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